sábado, 1 de diciembre de 2012

Día 2: Historia de un mayordomo prusiano.

Mucho tiempo ha pasado desde que escribí en este espacio por primera y última vez. Mis múltiples quehaceres, que ahora no vienen al caso, me han mantenido muy ocupado, pero esto no debería haber sido un impedimento para continuar con esta prusiana labor, como han tenido la gentileza de recordarme Sus Eminencias con sendos correazos de cinturón.

Procedo, pues, a continuar informando, para mayor gloria y difusión del Imperio Prusiano.

Ordenador imperial para mi uso personal

Después de la, digamos, incómoda conversación con Sus Señorías acerca de mi pasividad blogueril, no esperaba tan grata sorpresa: los Emperadores han tenido a bien redactar en la web del Imperio un escrito sobre mí (aquí). No puedo expresar con palabras mi gratitud... Sus Señorías demuestran una vez más su grandeza y capacidad de perdón, otorgándome tan inmenso honor.

En dicho escrito se habla de la elección de mi nombre, Emilio. Bien, habéis de saber que cuando nací, la antigua Prusia aún no había sido incorporada al Imperio Prusiano, que, en contra de lo que cabría esperar por su nombre, no inició su expansión desde Prusia, sino desde Extremadura. Serví en el ejército prusiano con el nombre de Adolph-Heinrich Westermeier. 

Poco a poco fui cansándome de la dura vida del soldado: incendiar graneros, violar doncellas, domar caballos..., se volvió tan monótono que al final las tropas, por darle variedad, tuvieron que cambiar de método, y proceder a domar graneros, incendiar doncellas y violar caballos. 

Una noche que tenía libre, me hallaba en una taberna ahogando mi frustración y mi aburrimiento en unas pocas jarras de cerveza; entonces, dos figuras encapuchadas se acercaron a mí. Ignoraba por completo hasta qué punto cambiaría mi vida aquel encuentro. 
Los dos encapuchados (que, como habréis adivinado, eran Sus Eminencias),  me hablaron del surgimiento del glorioso Imperio Prusiano, de las maravillas sociales que lograría el Partido Esclavista cuando Extremadura consiguiese anexionarse Portugal y monopolizar el negocio de las toallas. Imágenes de días dorados e imperiales desfilaron ante mis maravillados ojos, que comprendieron al instante el potencial de aquello: nada menos que una sociedad sustentada en la epicidad por encima de todo.

Sus Eminencias afirmaron sentirse muy impresionados por la prusianidad de mis actos militares, y me ofrecieron el cargo de Mayordomo Indiscreto en uno de sus palacios; aquella noche me uní a ellos sin dudar, y mi nombre pasó a ser el nombre estándar para todos los mayordomos del Imperio Prusiano: Emilio.

Como cualquier ser humano indigno, en alguna ocasión mi fe en el Imperio se ha resquebrajado, y hay episodios turbios de mi vida de los que no quiero hablar hoy, y que suponen una vergonzosa mancha en mi -por lo demás impoluto- historial. 
Quizá hable de ello otro día. Por el momento, retorno a mis quehaceres; es la hora de leerle a los perros su cuento de buenas noches. Son incapaces de dormir si no les leen un capítulo de "Antidisturbios: los sabuesos del Régimen".

 Herr Dash, prusiano cánido del Emperador Capital

Herr Smash, prusiano cánido del Emperador Capitán

Larga vida al Imperio Prusiano, y Falcon Punch para todos.

viernes, 26 de octubre de 2012

Introducción

Mi nombre es Emilio, y tengo el orgullo de ocupar el puesto de mayordomo en el Imperio Prusiano. Largos años de mi vida han sido dedicados a servir a mis señores, los dos Emperadores, mientras el Imperio iba prosperando y creciendo.
Con el objetivo de expandir las fronteras del Imperio, los Emperadores han decidido entrar a formar parte de esta vasta red de información que es Internet. La página web del Imperio Prusiano está en proceso de creación, para orgullo y satisfacción de todos. 

Los Emperadores quieren que esta modernización progresiva llegue a todos, de modo que me he propuesto crear este modesto espacio para mi propio uso personal. Aquí contaré, en la medida en que el cumplimiento de mi deber me lo permita, lo que acontece en la vida diaria de un mayordomo prusiano: yo.

Sin más, me despido por hoy; mis señores esperan su manicura semanal y no les gusta esperar.
Larga vida al Imperio Prusiano, y Falcon Punch para todos.

Emilio.